Igualdad pide a los maestros que enseñen que el porno está detrás del auge de las violaciones
El gabinete de Ana Redondo distribuye una guía que asegura que «la pornografía es la teoría, la violación es la práctica»

Ana Redondo, ministra de Igualdad.
El Ministerio de Igualdad culpa a la pornografía del preocupante auge de la violencia sexual. Una postura más ideológica que científica que será la que en lo sucesivo prevalezca en las aulas. El departamento que dirige Ana Redondo ha presentado esta semana la Guía sobre pornografía Andrea para padres, profesionales y mediadores juveniles, con el objetivo de que transmitan a los jóvenes que el porno es una forma de «violencia extrema contra las mujeres» y «una escuela de agresores», y que tiene una «preocupante incidencia» en las violaciones.
El documento, de más de un centenar de páginas, ha sido elaborado por APLEC con la participación de la Universidad de La Laguna y subvencionado por Igualdad a través de la convocatoria para programas y proyectos de concienciación, prevención e investigación de las distintas formas de violencia contra las mujeres. Todo oscila en torno a una premisa, parafraseando a la escritora y feminista radical Andrea Dworkin, que es que «la pornografía es la teoría, la violación es la práctica».

La guía considera que «la repetida exposición a actos, comportamientos y dinámicas perjudiciales que se presentan con frecuencia en la pornografía puede llevar a las personas a considerarlos normales, esperados y deseables en todos los actos sexuales», de modo que, según el documento, se genera un «proceso de habituación» que conduce a una «escalada en la conducta violenta» que puede comenzar con «miradas depredadoras y cosoficadas (sic)» hasta derivar incluso en el asesinato o en la violación.
Los niños que se aproximen a este texto aprenderán que existe una «estrecha e indisoluble relación entre la pornografía y la prostitución» porque la primera «presenta a las mujeres como una mercancía de consumo más en un negocio muy lucrativo y carente de regulación relacionado con otras industrias criminales». Se afirma que la pornografía es «prostitución filmada» y que «las mujeres que participan en estas escenas son, en muchos casos, víctimas de violación».
Otra de las tesis de la guía es que «con el consumo de pornografía se está contribuyendo a financiar y desarrollar la economía criminal». En concreto, «se está promoviendo y financiando la explotación sexual infantil».
Cruzada contra el porno
La delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Carmen Martínez Perza, ha explicado que la guía surge de la «preocupación» por los datos sobre consumo de pornografía en menores de edad: los primeros contactos de los niños con este tipo de contenidos se dan en torno a los diez años en España, aunque hay algunos que incluso se topan con ellos, de forma involuntaria, a los 8 años. «Y otro dato también muy relevante es que a partir de los 16 años, más del 98% de los chicos y el 78% de las chicas acuden buscando activamente pornografía en Internet. Esta información es preocupante, pero también es preocupante por la incidencia que tiene y la influencia que puede tener y los efectos en la violencia sexual».
El año pasado, Igualdad se gastó un total de 39.686,80 euros en la organización del curso Pornografía y violencia sexual, que transcurrió en la Universidad Complutense, con el objetivo de «sensibilizar y concienciar sobre el impacto, los daños y los riesgos del consumo de pornografía», incidiendo en «su vinculación con la violencia sexual contra las mujeres». Se matricularon solo 59 personas para asistir a él.
Hay expertos que consideran que el porno es el pretexto para que la certificación digital «sea recibida de buen grado por parte de la ciudadanía», así como para que no se señale la inmigración ilegal descontrolada como factor del auge de la violencia sexual. Y es que a nivel macroecológico, hay pruebas de que permitir la pornografía produjo un descenso de delitos sexuales en los lugares en donde se legalizó.