Cinco proyectos españoles que demuestran que las plataformas de IA no lo son todo

Obsesionarse con el diseño y comercialización de un gran modelo de lenguaje (LLM) sólo tiene sentido desde la óptica de la geopolítica, el control de los datos y el sesgo en las respuestas que aporta la inteligencia artificial. China querrá obviamente que DeepSeek omita ciertos pasajes de la historia del país (¿qué pasó en Tiananmén?), del mismo modo que OpenAI hará que ChatGPT barra para casa cada vez que un asunto nuclear para la compañía de Sam Altman o para EEUU salte a la palestra. Quizás esa sea la razón que explique el tímido intento gubernamental con ALIA, un LLM de diez millones de euros pensado para darle cuerda al castellano y las lenguas españolas cooficiales. 

La cuestión ha sido explicada en otras ocasiones: es sobre esa capa base del LLM donde surgen las oportunidades de negocio para las empresas tecnológicas españolas, que a su vez encierran el potencial de beneficiar con sus soluciones a industrias enteras. 

Maite es una buena referencia. Tomando como base diferentes modelos de lenguaje, la compañía creada por Alejandro Castellano (CEO), David García (CTO) y Álex Rodríguez (CMO) ofrece a despachos de abogados de tamaño pequeño y medio una gigantesca base de datos jurídica donde además cada firma puede aportar su propia documentación para que la IA redacte un contrato o documento con el estilo característico del bufete. Más de 7.000 abogados utilizan la herramienta. 

Otro ejemplo es el de Luzia, el chatbot moldeado por el equipo de Álvaro Higes hasta convertirlo en una navaja suiza capaz de buscar y acotar información, mantener una conversación emotiva, resolver problemas matemáticos y enseñar idiomas a los estudiantes. En Brasil, uno de los grandes mercados de la scaleup, Luzia supera los exámenes de selectividad con una nota de nueve sobre diez. Entre los próximos desarrollos se incluye el vertical traveltech para permitir a los adultos organizar un viaje en tiempo récord. 

Maisa es la sucesora de Clibrain, el primer y fallido intento de varios emprendedores españoles de armar un LLM. Esta vez el tiro es más certero porque en lugar de abarcarlo todo se centra en un nicho: el diseño de trabajadores digitales para que la empresa- cliente indique las instrucciones que debe seguir el agente y supervise todo el proceso en verticales como fintech, energía, ciberseguridad, retail y automoción. «No hacemos chatbots, sino lo siguiente a los chatbots. Vamos a casos de uso críticos y a partir de ahí expandimos la solución a otros departamentos (marketing, ventas, finanzas)», resume el CEO David Villalón.

La propuesta de Ignite Copilot consiste en ofrecer a profesores de Primaria, Secundaria y FP un ayudante digital para preparar las clases y ahorrar unas diez horas de trabajo a la semana. Este copiloto se las sabe todas, pues ha mapeado los trayectos formativos de las 17 comunidades autónomas más los de cuatro países de Latinoamérica. Rellenando una especie de formulario con 15 ó 20 elementos, la IA genera en menos de un minuto una propuesta que el docente puede enriquecer con diverso material escrito y audiovisual y debe revisar para pulirlo. 

Adrián Mosquera es socio fundador de Biodigital Tech. Se trata de una empresa desarrolladora de software impulsado con IA en la esfera de la salud. «Actualmente nuestro proyecto utiliza IA generativa para moldear médicos virtuales, por ahora con fines estrictamente educativos. En el futuro, quién sabe si podrán complementar al profesional en la asistencia sanitaria», avanza Mosquera. 

Sin tener que recurrir a inversiones milmillonarias, sin empecinarse en la partida demasiado imponente del LLM, las posibilidades siguen siendo infinitas.